¿Alquien imagina a Rafal Correa fuera del poder? ¿Huérfano de ese aparataje de guardaespaldas, asesores y lameculos que lo hace sentir poderoso y magnificiente?¿Alguien lo imagina en Bélgica, solo, sin una secretaria, sin un adulón a su alcance? ¿Alguien imagina a este monarca en el cuerpo de un ciudadano anónimo, en un entorno desconocido y ajeno? Esa perspectiva lo atenaza. Y como él es un gran exponente de la sicología proyectiva (atribuye a otros hasta sus propios defectos y carencias), imagina que en Ecuador sus críticos no sabrán qué hacer sin él. Los imagina oyendo las baladas cortavenas que a él lo enternecen (“Si no te hubieras ido”, “Solo pienso en ti”, “Si hoy lloras por mi”, “Te lo pido de rodillas”)… Pide que las pongan y el grueso de funcionarios y militantes que asiste a la sabatina ríe gustoso, creyendo que así estarán los sufridores tras el 24 de mayo entrante. Ingenuos. Están lejos de sopechar que Correa se está describiendo: viudo del poder, solo, sin fanáticos que lo ensalcen y sin auditorio transportado para que lo aplauda. El 25 de mayo es una pesadilla que lo obsesiona. Eso se llama viudez de poder.
Correa vive estos últimos meses como si en mayo entrante tuviera que volverse monumento histórico. La administración trabaja para él. En la sabatina 505, transmitida desde Solanda, en el sur de Quito, dijo que reunió a los gobernadores para saber qué obras inaugurará de aquí hasta que se vaya. Las mineras trabajan para él. Esta semana se reunió con Lundin Gold y esa minera le pagará regalías anticipadas. Como lo hizo Schlumberger. No importa que él se esté comiendo por adelantado los presupuestos de los próximos gobiernos. Correa quiere que en ese monumento se diga que durante su gobierno no hubo paquetazo. Y que se diga también que él fue lo que no es: sencillo, tímido, incapaz de ser el centro de atención. Un ser que tuvo que aceptar premios muy a pesar suyo. Como la Orden Iberoamericana de la Justicia que esta semana se sumó a 27 reconocimientos que ha recibido; muchos trabajados a pulso desde Carondelet.
Correa acaricia su ego sin tregua. Hay que verlo otorgarse virtudes con esa falsa inconsciencia tan propia de los fatuos. Se traba y dice que está cansado. Pero agrega: imaginen lo que pasa cuando uno está así en el exterior y tiene que hablar en otras lenguas… Porque habla o dice hablar otras lenguas.
Se reúne con Antanas Mockus, exalcalde de Bogotá y experto en retar a los electores a que sean ciudadanos, y dice que le pidió asesoría… pero añade de refilón: comparto su forma de pensar y lo he escrito. Obvio: es su par en esa materia.
Correa imagina que piensa como Antanas. Ignora que este político colombiano es, además, matemático, filósofo y semiólogo. Un hombre que puede cambiar actitudes ciudadanas porque él cree en esos valores. Alguien que logró en Bogotá trastocar algunas formas de comunicación. Cuando fue rector de la Universidad Nacional, murió un estudiante en un enfrentamiento con la policía. Antanas fue al velorio. Entró, se arrodilló una hora ante el féretro, no dijo nada y se fue. Fue su forma de pedir perdón a esa familia.
En un mítin estudiantil, pidió hablar. Él estaba en un balcón y no le le dieron la palabra. Se volteó, se bajó el pantalón, mostró el trasero a la masa de estudiantes y se marchó. A un contrincante que presumía de tolerante, le regó una vaso de agua sobre la cabeza. El otro perdió la cabeza ante las cámaras y perdió el debate.
Mockus cambió a los bogotanos. Siendo alcalde, barrió a las seis de la mañana el frente de la alcaldía durante unos meses y pidió a los ciudadanos tener limpios los andenes. Se bañó en calzoncillos ante las cámaras para mostrar que sí se podía economizar agua. Correa habla de Mockus y dice compartir sus ideas sin entender de qué se trata. Cree que las personas cambian poniéndoles normas autoritarias y echándoles discursos. Lo que pagarán a Mockus será dinero perdido porque Correa nunca será como Mockus. El exalcalde de Bogotá cree en lo que dice y lo hace; Correa preconiza una cosa y hace exactamente lo contrario.
Lo prueba el tratamiento que está dando a lo que está pasando en Morona Santiago, alrededor del campamento minero San Carlos Panantza. Es obvio que se debe censurar (y lamentar profundamente) la muerte de un policía y los siete heridos que hay en la fuerza pública. Pero es maniqueo y profundamente mentiroso reducir el conflicto al enfrentamiento de una horda violenta de indígenas y aliados suyos contra mineras que debieran estar en algún santoral y fuerzas del orden convertidas en coro navideño.
Correa, so pretexto de haber ganado la elección, cree que puede hacer lo que quiere, firmar contratos secretos con las mineras y someter a las comunidades. Cree que por mostrar una escritura de un colono, que vendió su tierra a una minera, puede decir que la cosmovisión de las comunidades indígenas no existe.
Condenar la violencia es legítimo. Pero bajo el pretexto de combatirla, el Presidente se carga un montón de problemas que su gobierno, por su terquedad, falta de conocimiento y de voluntad política, no ha resuelto. No lo ha hecho en Morona Santiago, tampoco en Quimsacocha, en Molleturo o en Intag. Correa vuelve, con los mismos argumentos, al mismo punto: estado de emergencia y empleo de policías y militares. ¿Eso no es violencia?
El Presidente niega lo que hace. Dice que no hace proselitismo político, pero en esta sabatina, de 03:38, multiplicó comparaciones grotescas entre su gobierno y lo que hizo o dejó de hacer algún actor político en el país hace 15 o 17 años. Sencillamente inverosímil. Ahora, si se juzga por sus largos e irrisorios ataques contra Guillermo Lasso, se entiende que ahora sí el correísmo está preocupado por esa candidatura… A Cynthia Viteri y Mauricio Pozo apenas les dedicó segundos.
El próximo sábado no hay sabatina: pero los electores se empacharán viendo el mensaje navideño del presidente… Ya está grabado.
Autor: José Hernández
Fuente: 4 Pelagatos
Artículo de José Hernández: "Correa ya sufre de viudez del poder" |
Correa vive estos últimos meses como si en mayo entrante tuviera que volverse monumento histórico. La administración trabaja para él. En la sabatina 505, transmitida desde Solanda, en el sur de Quito, dijo que reunió a los gobernadores para saber qué obras inaugurará de aquí hasta que se vaya. Las mineras trabajan para él. Esta semana se reunió con Lundin Gold y esa minera le pagará regalías anticipadas. Como lo hizo Schlumberger. No importa que él se esté comiendo por adelantado los presupuestos de los próximos gobiernos. Correa quiere que en ese monumento se diga que durante su gobierno no hubo paquetazo. Y que se diga también que él fue lo que no es: sencillo, tímido, incapaz de ser el centro de atención. Un ser que tuvo que aceptar premios muy a pesar suyo. Como la Orden Iberoamericana de la Justicia que esta semana se sumó a 27 reconocimientos que ha recibido; muchos trabajados a pulso desde Carondelet.
Correa acaricia su ego sin tregua. Hay que verlo otorgarse virtudes con esa falsa inconsciencia tan propia de los fatuos. Se traba y dice que está cansado. Pero agrega: imaginen lo que pasa cuando uno está así en el exterior y tiene que hablar en otras lenguas… Porque habla o dice hablar otras lenguas.
Se reúne con Antanas Mockus, exalcalde de Bogotá y experto en retar a los electores a que sean ciudadanos, y dice que le pidió asesoría… pero añade de refilón: comparto su forma de pensar y lo he escrito. Obvio: es su par en esa materia.
Correa imagina que piensa como Antanas. Ignora que este político colombiano es, además, matemático, filósofo y semiólogo. Un hombre que puede cambiar actitudes ciudadanas porque él cree en esos valores. Alguien que logró en Bogotá trastocar algunas formas de comunicación. Cuando fue rector de la Universidad Nacional, murió un estudiante en un enfrentamiento con la policía. Antanas fue al velorio. Entró, se arrodilló una hora ante el féretro, no dijo nada y se fue. Fue su forma de pedir perdón a esa familia.
En un mítin estudiantil, pidió hablar. Él estaba en un balcón y no le le dieron la palabra. Se volteó, se bajó el pantalón, mostró el trasero a la masa de estudiantes y se marchó. A un contrincante que presumía de tolerante, le regó una vaso de agua sobre la cabeza. El otro perdió la cabeza ante las cámaras y perdió el debate.
Mockus cambió a los bogotanos. Siendo alcalde, barrió a las seis de la mañana el frente de la alcaldía durante unos meses y pidió a los ciudadanos tener limpios los andenes. Se bañó en calzoncillos ante las cámaras para mostrar que sí se podía economizar agua. Correa habla de Mockus y dice compartir sus ideas sin entender de qué se trata. Cree que las personas cambian poniéndoles normas autoritarias y echándoles discursos. Lo que pagarán a Mockus será dinero perdido porque Correa nunca será como Mockus. El exalcalde de Bogotá cree en lo que dice y lo hace; Correa preconiza una cosa y hace exactamente lo contrario.
Lo prueba el tratamiento que está dando a lo que está pasando en Morona Santiago, alrededor del campamento minero San Carlos Panantza. Es obvio que se debe censurar (y lamentar profundamente) la muerte de un policía y los siete heridos que hay en la fuerza pública. Pero es maniqueo y profundamente mentiroso reducir el conflicto al enfrentamiento de una horda violenta de indígenas y aliados suyos contra mineras que debieran estar en algún santoral y fuerzas del orden convertidas en coro navideño.
Correa, so pretexto de haber ganado la elección, cree que puede hacer lo que quiere, firmar contratos secretos con las mineras y someter a las comunidades. Cree que por mostrar una escritura de un colono, que vendió su tierra a una minera, puede decir que la cosmovisión de las comunidades indígenas no existe.
Condenar la violencia es legítimo. Pero bajo el pretexto de combatirla, el Presidente se carga un montón de problemas que su gobierno, por su terquedad, falta de conocimiento y de voluntad política, no ha resuelto. No lo ha hecho en Morona Santiago, tampoco en Quimsacocha, en Molleturo o en Intag. Correa vuelve, con los mismos argumentos, al mismo punto: estado de emergencia y empleo de policías y militares. ¿Eso no es violencia?
El Presidente niega lo que hace. Dice que no hace proselitismo político, pero en esta sabatina, de 03:38, multiplicó comparaciones grotescas entre su gobierno y lo que hizo o dejó de hacer algún actor político en el país hace 15 o 17 años. Sencillamente inverosímil. Ahora, si se juzga por sus largos e irrisorios ataques contra Guillermo Lasso, se entiende que ahora sí el correísmo está preocupado por esa candidatura… A Cynthia Viteri y Mauricio Pozo apenas les dedicó segundos.
El próximo sábado no hay sabatina: pero los electores se empacharán viendo el mensaje navideño del presidente… Ya está grabado.
Autor: José Hernández
Fuente: 4 Pelagatos