Gabriela Rivadeneira es una mujer que ve el futuro en un retrovisor. Hasta el sábado estuvo en Cuba para aprender –eso dijo– de su sistema de capacitación y formación política y legislativa, de su instituto de pensamiento político y firmar un acuerdo para que el Parlamento de Cuba aporte en el de Ecuador. Rivadeneira, que no sabe cómo funciona la Casa de la Cultura de Cuba, también quiso que le explicaran su funcionamiento y sus resultados para ver si ese modelo sirve de referente para la ley de Cultura que debate aquí la Asamblea. En claro: Rivadeneira pretende aprender oceanografía en Bolivia.
Cualquiera imagina la risotada que debe provocar Gabriela Rivadeneira en gente como Alexis Mera y el combo de businessmen del gobierno, oírla decir que Cuba es “un referente en derechos y dignidad”. Que tenga 33 años no la autoriza a decir sandeces de ese tamaño. Y decirlas, además, en el momento en que su gobierno está expulsando cubanos que llegaron hasta Ecuador, arriesgando su vida para escapar de la dictadura de los hermanos Castro, en el poder desde hace 57 años.
El discurso bobo de la Presidenta de la Asamblea ya no engaña a nadie. Sirve, no obstante, para visualizar el nivel de miseria política de un gobierno que, sin referentes ideológicos propios, se enancó en el viejo discurso de una izquierda que la historia enterró. Rivadeneira, tan anticuada como lamparosa, hace odas a esa dictadura mientras hojea las revistas de decoración para poner al día su casa de nueva rica. En ese punto, ella refleja la vacuidad, el cinismo, el discurso sin alma de muchos de los miembros de un gobierno dedicados a hacer plata mientras creen acariciar los sueños profundos de los pobres del país.
Pues el país no está ahí. Si hubo un desangre humano en Ecuador, esos migrantes no fueron a Cuba: viajaron a España, a Estados Unidos, a otros países a buscar un mejor destino. Cuba no fue su sueño: Cuba es la coartada de muchos populistas y supuestos revolucionarios (los correístas son los últimos de esa lista) que la usaron como ancla ideológica, mientras hacen fortunas y van de shopping a los Estados Unidos y Europa.
Ellos siguen usando Cuba a pesar de su manifiesto fracaso. A pesar de que la tecnología redujo a cero los supuestos avances en salud que tanto promocionan: se puede corroborar en cualquier centro de salud en Ecuador donde los médicos cubanos no saben ni qué recetar porque tienen décadas de retrasos. Ellos siguen usando a Cuba para poder justificar el espantapájaros del imperialismo estadounidense, fingiendo ignorar que Cuba concluyó un acuerdo con Washington precisamente presionada por la inviabilidad de su modelo.
Gabriela Rivadeneria no solo juega a la falsa ingenua. Es una farsante política que, a estas alturas del partido, pretende, como si el mundo viviera en plena guerra fría, aprender en los países que pisotean todos los derechos humanos. En ese campo es una especialista: sus últimos viajes fueron a Rusia y Bielorrusia. Ahora vuelve a viajar con dineros públicos para, supuestamente, aprender en la peor y más larga dictadura del continente. “Referente en derechos”, escribe ella hablando de Cuba. Y, claro, es tan sencillo ver de qué lado están esos derechos y a quiénes sirve un discurso que hoy ya no usan ni los Castro.
Política joven, cierto. Pero también política cínica, farsante, mentirosa e indelicada con los fondos públicos. Gabriela Rivadeneira es el perfecto retrato de la miseria política a la cual ha llegado el correísmo. Por supuesto ella rechaza que el socialismo del siglo XXI haya fracasado. Y tiene razón: a ella y a sus amigos les ha ido muy bien. Ella cree en el modelo cubano para los gobernados y en el sueño correísta de acumulación para los gobernantes. Ella es la modelo perfecta de un sistema político que mira el futuro en un retrovisor.
Autor: José Hernández
Fuente: 4 Pelagatos
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| Artículo de José Hernández: 'Gabriela Rivadeneira, tan anticuada como farsante' |
Cualquiera imagina la risotada que debe provocar Gabriela Rivadeneira en gente como Alexis Mera y el combo de businessmen del gobierno, oírla decir que Cuba es “un referente en derechos y dignidad”. Que tenga 33 años no la autoriza a decir sandeces de ese tamaño. Y decirlas, además, en el momento en que su gobierno está expulsando cubanos que llegaron hasta Ecuador, arriesgando su vida para escapar de la dictadura de los hermanos Castro, en el poder desde hace 57 años.
El discurso bobo de la Presidenta de la Asamblea ya no engaña a nadie. Sirve, no obstante, para visualizar el nivel de miseria política de un gobierno que, sin referentes ideológicos propios, se enancó en el viejo discurso de una izquierda que la historia enterró. Rivadeneira, tan anticuada como lamparosa, hace odas a esa dictadura mientras hojea las revistas de decoración para poner al día su casa de nueva rica. En ese punto, ella refleja la vacuidad, el cinismo, el discurso sin alma de muchos de los miembros de un gobierno dedicados a hacer plata mientras creen acariciar los sueños profundos de los pobres del país.
Pues el país no está ahí. Si hubo un desangre humano en Ecuador, esos migrantes no fueron a Cuba: viajaron a España, a Estados Unidos, a otros países a buscar un mejor destino. Cuba no fue su sueño: Cuba es la coartada de muchos populistas y supuestos revolucionarios (los correístas son los últimos de esa lista) que la usaron como ancla ideológica, mientras hacen fortunas y van de shopping a los Estados Unidos y Europa.
Ellos siguen usando Cuba a pesar de su manifiesto fracaso. A pesar de que la tecnología redujo a cero los supuestos avances en salud que tanto promocionan: se puede corroborar en cualquier centro de salud en Ecuador donde los médicos cubanos no saben ni qué recetar porque tienen décadas de retrasos. Ellos siguen usando a Cuba para poder justificar el espantapájaros del imperialismo estadounidense, fingiendo ignorar que Cuba concluyó un acuerdo con Washington precisamente presionada por la inviabilidad de su modelo.
Gabriela Rivadeneria no solo juega a la falsa ingenua. Es una farsante política que, a estas alturas del partido, pretende, como si el mundo viviera en plena guerra fría, aprender en los países que pisotean todos los derechos humanos. En ese campo es una especialista: sus últimos viajes fueron a Rusia y Bielorrusia. Ahora vuelve a viajar con dineros públicos para, supuestamente, aprender en la peor y más larga dictadura del continente. “Referente en derechos”, escribe ella hablando de Cuba. Y, claro, es tan sencillo ver de qué lado están esos derechos y a quiénes sirve un discurso que hoy ya no usan ni los Castro.
Política joven, cierto. Pero también política cínica, farsante, mentirosa e indelicada con los fondos públicos. Gabriela Rivadeneira es el perfecto retrato de la miseria política a la cual ha llegado el correísmo. Por supuesto ella rechaza que el socialismo del siglo XXI haya fracasado. Y tiene razón: a ella y a sus amigos les ha ido muy bien. Ella cree en el modelo cubano para los gobernados y en el sueño correísta de acumulación para los gobernantes. Ella es la modelo perfecta de un sistema político que mira el futuro en un retrovisor.
Autor: José Hernández
Fuente: 4 Pelagatos